Curso básico de guionistas pa la tele.
Queridos joven ella, joven él. Que no le agobie el paro, deje de estudiar esas cosas tan raras que enseñan en la facul, eso de lo cognitivo, lo rizomático y la biosemiología, que eso no le interesa a "naide" y dedíquese a una profesión con futuro. Como decía el muy recordado Harry Capón III, "en este país sobran filósofos y faltan fontaneros". Sin querer corregir al sinpar Harry, este humilde servidor iría aún más allá de su correcta aseveración y me atrevo a exponer que también faltan guionistas pa la tele, pa eso que llaman ficción española. Que usted no está muy versado en esto de escibir guiones, no se preocupe querido lector/a, piense que la guionista de esa obra maestra del celuloide llamada Mentiras y gordas es una tal Ángeles González Sinde, a la sazón ministra de Cultura. Ahí tiene usted un incentivo para adentrarse en este mundo, joven, si ella ha llegado a tal cargo, usted con poco que se esfuerce puede llegar a concejal de festejos o pregonero de semana santa de su pueblo, por lo menos. No se aflija amigo-amiga si no tiene ni idea, esto de escribir guiones es como montar en bici (o montar lo que sea o lo que se pueda), se aprende para toda la vida. Para que usted se inicie le daremos ciertos consejillos.
-Un bar. Da igual que la serie sea de periodistas, de policías, de estudiantes de insti drogotas y fornicadores, o de soldadores de juntas de barco. Lo primero es un bar. Según el CEEC (Centro de Estudios Estadísticos Centennial) en este país hay dos bares por cada persona, así que lo primero de todo es meter en la trama un bar. Da igual que sea tabernaza, de diseño, cafetería o discopuf. Y dentro su camarero/a enrollao, que nos conoce de toda la vida, que nos ve entrar y nos pone lo de siempre sin preguntar, con la mejor de sus sonrisas. Además, si tienes un problema es como un sicólogo: que estás triste, te saca de juerga (a otro bar), que estás cabreado, te ayuda a templar gaitas (no literal joven, esto es una metáfora), que estás sexualmente faltito, se acuesta contigo (cuando es camarera, en caso contrario te lleva de putas). Una joyita el camarero/a de teleserie, sí señor.
-Cuantos más personajes, más tiempo dura la serie. Todo depende de la combinación de parejas que sea posible. Ponga en una columna a los hombres y en otra a las mujeres y los cruza todos con todos. Cada pareja dura una media de cinco-diez capítulos, así que multiplique. Puede que en los cruces le salga algún incesto padre-hija, nieto-abuela, o algo así, pero que eso no le preocupe lo más mínimo. Desde que en Los Serrano los hermanos se acostaban con sus hermanas como el que come palomitas, pues todo se permite. Si no se quejó la Conferencia Episcopal no sea usted melindroso. Combine, joven, combine, ahí está el truco. De hecho Los Serrano terminó porque la siguiente combinación de personajes unía al Fiti con Jesús Bonilla y eso daba una grima...
Queridos joven ella, joven él. Que no le agobie el paro, deje de estudiar esas cosas tan raras que enseñan en la facul, eso de lo cognitivo, lo rizomático y la biosemiología, que eso no le interesa a "naide" y dedíquese a una profesión con futuro. Como decía el muy recordado Harry Capón III, "en este país sobran filósofos y faltan fontaneros". Sin querer corregir al sinpar Harry, este humilde servidor iría aún más allá de su correcta aseveración y me atrevo a exponer que también faltan guionistas pa la tele, pa eso que llaman ficción española. Que usted no está muy versado en esto de escibir guiones, no se preocupe querido lector/a, piense que la guionista de esa obra maestra del celuloide llamada Mentiras y gordas es una tal Ángeles González Sinde, a la sazón ministra de Cultura. Ahí tiene usted un incentivo para adentrarse en este mundo, joven, si ella ha llegado a tal cargo, usted con poco que se esfuerce puede llegar a concejal de festejos o pregonero de semana santa de su pueblo, por lo menos. No se aflija amigo-amiga si no tiene ni idea, esto de escribir guiones es como montar en bici (o montar lo que sea o lo que se pueda), se aprende para toda la vida. Para que usted se inicie le daremos ciertos consejillos.
-Un bar. Da igual que la serie sea de periodistas, de policías, de estudiantes de insti drogotas y fornicadores, o de soldadores de juntas de barco. Lo primero es un bar. Según el CEEC (Centro de Estudios Estadísticos Centennial) en este país hay dos bares por cada persona, así que lo primero de todo es meter en la trama un bar. Da igual que sea tabernaza, de diseño, cafetería o discopuf. Y dentro su camarero/a enrollao, que nos conoce de toda la vida, que nos ve entrar y nos pone lo de siempre sin preguntar, con la mejor de sus sonrisas. Además, si tienes un problema es como un sicólogo: que estás triste, te saca de juerga (a otro bar), que estás cabreado, te ayuda a templar gaitas (no literal joven, esto es una metáfora), que estás sexualmente faltito, se acuesta contigo (cuando es camarera, en caso contrario te lleva de putas). Una joyita el camarero/a de teleserie, sí señor.
-Cuantos más personajes, más tiempo dura la serie. Todo depende de la combinación de parejas que sea posible. Ponga en una columna a los hombres y en otra a las mujeres y los cruza todos con todos. Cada pareja dura una media de cinco-diez capítulos, así que multiplique. Puede que en los cruces le salga algún incesto padre-hija, nieto-abuela, o algo así, pero que eso no le preocupe lo más mínimo. Desde que en Los Serrano los hermanos se acostaban con sus hermanas como el que come palomitas, pues todo se permite. Si no se quejó la Conferencia Episcopal no sea usted melindroso. Combine, joven, combine, ahí está el truco. De hecho Los Serrano terminó porque la siguiente combinación de personajes unía al Fiti con Jesús Bonilla y eso daba una grima...
-Imprescindible: un gay/lesbiana. Sin ellos las series quedan como añejas, como antiguas. El colectivo les da un marchamo de modernidad, un lustre, un nosequé que yoquesé pero guay, oiga. Pero no se confunda, no estamos hablando de una locaza o una camionera, hablamos de gays que gustan a la audiencia femenina y lesbianas que gustan a la audiencia masculina. Vamos que a la muchachada machote lo que les pone palote es ver a Carolina Cerezuela en bata blanca metiendo mano a otra tía un viajewena. Y para que no se enfade la ministra Bibi Aído pongan ustedes a un par de efebos depilaosdelpexito y verán como se lo agradecen las féminas de todas edades y condiciones (menos las lesbianas, pero éstas no ven las teleseries al uso, prefieren las de satélite).
-Para que la audiencia recuerde a los personajes y los cite a la hora del cafelito mañanero con los compis del curro no utilice nombres corrientes como Antonio López, Paco Gómez o María Rodríguez, así no hay forma. Póngales apodos cortos, como si salieran de películas americanas, aunque hayan nacido en Cuenca o en Cangas de Onís. Ejemplos: Flint, Yonk, Lunki; y para ellas diminute usted al máximo Va, So, Mil... Se trata de nemotecnia amigo/a. El pueblo no quiere hacer muchos esfuerzos y hay que ayudarles hombre...
-Y por último, aunque los personajes tengan trabajos de mierda (perdón precarios), o estén en el paro, o sean estudiantes, o camareros/as o muertos de hambre no olvide que deben vestir siempre como si tuvieran el fondo de armario de Paris Hilton, y que vivan en lofts, áticos, adosados o chalecitos.
Pues ya tiene lo imprescindible joven ella, joven él. Láncese, no tenga miedo. Abra el ordenador y póngase a escribir. No tenga dudas, si los creadores del Internado, Física o Química o Los hombres de Paco hubiesen dudado nos habrían privado de tan altas cumbres del entretenimiento, y no hubiera sido justo, no señor...
p.d. Larga vida a Antonio Vega.
p.d. Larga vida a Antonio Vega.
Vaya Doctor, ha dejado claro lo buen guionista que sería, espero que te lances pronto al cine, jeje. Por cierto, después de esto, espero que no critiques más a Wong Kar Wai (incluso con occidentales dando la cara es maravilloso, tienes que ver: My blueberry nights)
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