martes, 12 de mayo de 2009

Curso básico de guionistas pa la tele.

Queridos joven ella, joven él. Que no le agobie el paro, deje de estudiar esas cosas tan raras que enseñan en la facul, eso de lo cognitivo, lo rizomático y la biosemiología, que eso no le interesa a "naide" y dedíquese a una profesión con futuro. Como decía el muy recordado Harry Capón III, "en este país sobran filósofos y faltan fontaneros". Sin querer corregir al sinpar Harry, este humilde servidor iría aún más allá de su correcta aseveración y me atrevo a exponer que también faltan guionistas pa la tele, pa eso que llaman ficción española. Que usted no está muy versado en esto de escibir guiones, no se preocupe querido lector/a, piense que la guionista de esa obra maestra del celuloide llamada Mentiras y gordas es una tal Ángeles González Sinde, a la sazón ministra de Cultura. Ahí tiene usted un incentivo para adentrarse en este mundo, joven, si ella ha llegado a tal cargo, usted con poco que se esfuerce puede llegar a concejal de festejos o pregonero de semana santa de su pueblo, por lo menos. No se aflija amigo-amiga si no tiene ni idea, esto de escribir guiones es como montar en bici (o montar lo que sea o lo que se pueda), se aprende para toda la vida. Para que usted se inicie le daremos ciertos consejillos.

-Un bar. Da igual que la serie sea de periodistas, de policías, de estudiantes de insti drogotas y fornicadores, o de soldadores de juntas de barco. Lo primero es un bar. Según el CEEC (Centro de Estudios Estadísticos Centennial) en este país hay dos bares por cada persona, así que lo primero de todo es meter en la trama un bar. Da igual que sea tabernaza, de diseño, cafetería o discopuf. Y dentro su camarero/a enrollao, que nos conoce de toda la vida, que nos ve entrar y nos pone lo de siempre sin preguntar, con la mejor de sus sonrisas. Además, si tienes un problema es como un sicólogo: que estás triste, te saca de juerga (a otro bar), que estás cabreado, te ayuda a templar gaitas (no literal joven, esto es una metáfora), que estás sexualmente faltito, se acuesta contigo (cuando es camarera, en caso contrario te lleva de putas). Una joyita el camarero/a de teleserie, sí señor.

-Cuantos más personajes, más tiempo dura la serie. Todo depende de la combinación de parejas que sea posible. Ponga en una columna a los hombres y en otra a las mujeres y los cruza todos con todos. Cada pareja dura una media de cinco-diez capítulos, así que multiplique. Puede que en los cruces le salga algún incesto padre-hija, nieto-abuela, o algo así, pero que eso no le preocupe lo más mínimo. Desde que en Los Serrano los hermanos se acostaban con sus hermanas como el que come palomitas, pues todo se permite. Si no se quejó la Conferencia Episcopal no sea usted melindroso. Combine, joven, combine, ahí está el truco. De hecho Los Serrano terminó porque la siguiente combinación de personajes unía al Fiti con Jesús Bonilla y eso daba una grima...

-Imprescindible: un gay/lesbiana. Sin ellos las series quedan como añejas, como antiguas. El colectivo les da un marchamo de modernidad, un lustre, un nosequé que yoquesé pero guay, oiga. Pero no se confunda, no estamos hablando de una locaza o una camionera, hablamos de gays que gustan a la audiencia femenina y lesbianas que gustan a la audiencia masculina. Vamos que a la muchachada machote lo que les pone palote es ver a Carolina Cerezuela en bata blanca metiendo mano a otra tía un viajewena. Y para que no se enfade la ministra Bibi Aído pongan ustedes a un par de efebos depilaosdelpexito y verán como se lo agradecen las féminas de todas edades y condiciones (menos las lesbianas, pero éstas no ven las teleseries al uso, prefieren las de satélite).

-Para que la audiencia recuerde a los personajes y los cite a la hora del cafelito mañanero con los compis del curro no utilice nombres corrientes como Antonio López, Paco Gómez o María Rodríguez, así no hay forma. Póngales apodos cortos, como si salieran de películas americanas, aunque hayan nacido en Cuenca o en Cangas de Onís. Ejemplos: Flint, Yonk, Lunki; y para ellas diminute usted al máximo Va, So, Mil... Se trata de nemotecnia amigo/a. El pueblo no quiere hacer muchos esfuerzos y hay que ayudarles hombre...

-Y por último, aunque los personajes tengan trabajos de mierda (perdón precarios), o estén en el paro, o sean estudiantes, o camareros/as o muertos de hambre no olvide que deben vestir siempre como si tuvieran el fondo de armario de Paris Hilton, y que vivan en lofts, áticos, adosados o chalecitos.

Pues ya tiene lo imprescindible joven ella, joven él. Láncese, no tenga miedo. Abra el ordenador y póngase a escribir. No tenga dudas, si los creadores del Internado, Física o Química o Los hombres de Paco hubiesen dudado nos habrían privado de tan altas cumbres del entretenimiento, y no hubiera sido justo, no señor...

p.d. Larga vida a Antonio Vega.

miércoles, 22 de abril de 2009

Semos asín

Durante la dura convalecencia de la reciente enfermedad que me postró en la cama y dejó (aún más) mermadas mis facultades mentales, físicas y psicomotoras tuve oportunidad de dedicarme a mi segunda actividad favorita: ver la tele. La primera, por supuesto, es la lectura detallada, analítica, crítica y dichosa de las obras completas de mi admirado espejo donde alguna vez quisiera mirarme, Dios me lo permita, el insigne dr. Antonio Pineda Cachero, autor de obras emblemáticas como la Teoría Pura de la Propaganda (donde combina la sapiencia y la diversión) y ese epígono de la ciencia llamado Beber Publicidad, obra ante la que me quitaría el sombrero si tuviera uno que encajara sin violencia en mi sesera.

Como la combinación de medicamentos legales prescritos por el facultativo que me atendió impidió que me concentrara con el debido respeto y admiración en las lecturas reseñadas, no tuve más remedio que dedicar el tiempo de curación a la segunda actividad. Y no les voy a engañar queridos amigos, podría decirles que me dediqué a ver esos documentales de animalitos donde los leones devoran a las gacelas que todos los años bajan a beber al mismo río donde todos los años los mismos leones devoran a las mismas gacelas (¿no habrá más ríos?); o ver Cifras y Letras y competir en sabiduría con los ilustrados concursantes; o ver en sesión continua todos los capítulos de alguna serie americana de esas que tanto hablan los muchachos expertos en bajarse de internet series americanas que cuando luego las ponen en algún canal normal renuncian a ellas porque las ve todo el mundo.

Pues bien queridos amigos yo me dediqué a ver El Diario. Lo confieso, ese programa me tiene cautivado, anonadado, extasiado, y más palabras que terminan en ado. Antes se llamaba el Diario de Patricia, pero la Patricia en cuestión, después de un millón de ediciones quiso ampliar su horizonte profesional, dejó el programa y ahora anuncia con Concha Velasco las compresas antimeadas para mujeres de mediana edad en adelante. Para mí sigue siendo un misterio a partir de que edad una mujer se mea sin saberlo y necesita las Indasec, y lo peor es que me pregunto si habrá Indasec para hombres, porque si los hombres no tenemos pérdidas de orina a la ministra Aído le va a dar un síncope, a ver, ustedes me dirán si eso no es discriminación...

Volvamos al programa. En una edición cogida al azar pude disfrutar de los siguientes contenidos:

-Una señora: quiero preguntarle a mi hija si se ha dedicado a la prostitución. La hija la mira como si le hubiera preguntado la hora y responde: no mama, he estado trabajando en bares.

-Un señor con bigote y pantalón vaquero con dragones amarillos: quiero preguntarle a mi pareja si se ha quedado embarazada para amarrarme, es extranjera y tiene 20 años menos. La interpelada responde: no mi amol, no mi amol...

-Una treintañera sobrada de kilos y maquillaje: creo que mi marido no es feliz conmigo porque no puedo darle un hijo; el marido intenta responder pero se ponen los dos a llorar como si estuvieran viendo el final de Titanic y no nos enteramos de nada.

-Una señora con gafas: quiero preguntar a mi pareja si me está siendo infiel. La presentadora pregunta si tiene alguna pista o evidencia. La señora con gafas responde: le he pillado en el móvil mensajes a otra mujer donde dice quiero follar contigo y cosas así. Y luego sigue: por eso tengo dudas de si me engaña...

Lo juro mis queridos oyentes, he intentado desengancharme, ver 59 segundos, el debate de María Teresa Campos, incluso me he descargado Los Soprano y a partir de ahora juraré que es la mejor serie de todos los tiempos, pero no puedo, la carne es débil y cuando estoy en casa por las tardes una vocecilla desde la tele me susurra: ven... enciéndeme... que ya empieza... y vuelvo a caer.

p.d. Este mes en la revista de Ana Rosa regalan el top de Ana Rosa. Pues eso todos al quiosco que se agotan jóvenes...

martes, 31 de marzo de 2009

Manual de supervivencia en cenas postmodernas

Hola queridos oyentes: En el hipotético, improbable, casi imposible caso que usted, simple mortal, sea invitado a una cena postmoderna, en loft ultra fash design, de unos antiguos amigos que conoció en el grupo de teatro independiente de la facultad (y dependiente de las subvenciones del Rectorado) y que ahora con el paso de los años se han acordado de usted y lo han invitado, lo más seguro es que se hayan equivocado. Probablemente lo han confundido con otro compañero que ahora es director de escaparatismo para Inditex o jefe de compras internacionales de Tele 5. Eso usted todavía no lo sabe, así que decide acudir. ¡Craso error! Su vida quedará marcada para siempre. Para que no haga el ridículo más de la cuenta, querido amigo, el consejo asesor de este foro le dará unos consejillos útiles y totalmente gratis. Ea, pues allá va.

Empezaremos por el cine:

-No se le ocurra elogiar a Almodóvar ni Amenábar (a partir de ahora la doble-A). Y mucho menos criticarlos, son víctimas muy fáciles. Sólo los estudiantes de cine cometerían tamaño error, y lo peor que podría pasarle es que sus contertulios lo tomaran por estudiante de cine. Aprovechando su ausencia al baño le escupirían en el plato o le cambiarían la copa de Vega Sicilia por Don Simón de tetrabrik. Desde que Gonzalito Miró estudió cine en NY la condición de estudiante de cinematografía está muy desprestigiada. Simplemente ignore la doble-A.

-Conviene también ignorar el cine español en general. Hasta hace un par de años podría haber usted epatado a su auditorio con la defensa de Jaime Rosales, pero desde que ganó el Goya por esa cosa llamada La Soledad, pues que ya no. Maldito favor le hicieron al pobre Rosales los académicos con el premio de marras: siguió llenando los cines con el mismo número de personas (entre dos y tres por sesión) y los rosalistas de toda la vida (entre cinco y seis) le dan la espalda.

-Ni se le ocurra recuperar algún clásico trash tipo Jess Franco o Paul Naschy. La voracidad gafapasta los ha recuperado a todos y ya no quedan malditos que reivindicar. ¡Qué tenacidad tienen los jodíos!

-Puede usted seguir dos estrategias. O callar y ver por donde van los tiros y decir a todo que sí o lanzar un órdago a lo grande. En el primer caso a la media hora se darán cuenta que es usted un impostor y le escupirán en el plato cuando vaya al baño. En el segundo caso puede que su apuesta le convierta por momentos en la estrella del cenorrio. Teclee en gugle Festival de Berlín y busque un año con ganador rarito, por ejemplo U-Carmen eKhayelitsha, de Mark Dornford-Day, de 2005. Sostenga con gesto displicente que es una gran reflexión sobre la condición humana, su devenir, su angustia ante la encrucijada vital. Remate diciendo que la escena donde la cámara se fija en la caries del protagonista y la mantiene en pantalla durante 17 minutos es claramente reveladora de la putrefacción de la sociedad occidental actual. Luego deguste lentamente el Vega Sicilia como si fuera el Don Simón que habitualmente bebe en los bares de menú a 7 euros.

-Cuidado con las cinematografías asiáticas. Hace unos años arrasaban en el offside pero ahora hasta el matrimonio de jubilados del 2ºB van a ver películas chinas o coreanas. Láncese, ponga verde a Wong Kar-Wai por haberse vendido al mainstream hollywoodiense. Comente apesadumbrado cómo es posible que el autor de In the mood of love o Chungking Express ha podido ejecutar semejante bodrio con Nicole Kidman. No diga el nombre de la película, nadie le va a preguntar, aunque no tengan ni idea de lo que habla le darán la razón con sonrisas de complicidad y su prestigio habrá subido varios peldaños.

-Si ha llegado hasta aquí con el plato de comida impoluta y el Vega Sicilia en la copa, enhorabuena, ha pasado la primera criba. Pero no se fíe, alguien en algún momento cambiará de tema y tocará literatura, y entonces estará perdido. Pero no se preocupe en la próxima entrega le daremos ciertos consejillos para pasar la prueba.









miércoles, 25 de marzo de 2009

Iconos de la cultura popular


Como decía el insigne, y nunca suficientemente valorado, Milton Sills, "a la gente le gusta más un ídolo que a un tonto una tiza". Pero ¿qué hay que hacer para convertirse en un mito de la cultura popular? Vamos a ello.

1. El pueblo se nutre de la televisión. Los demás medios no existen. Sólo la televisión (generalista, es decir TVE, Antena 3, Tele 5, las autonómicas, etc. Aquí no entran las temáticas, ni por satélite, ni nada que se le parezca). El cine, internet o la radio pueden crear tipos singulares, pero hasta que no salgan por la tele no darán el salto a la categoría de icono.

2. El ídolo debe tener unas características propias y sencillas que el pueblo asimile e imite hasta el hartazgo. La sobreexplotación del personaje forma parte de la esencia de la cultura popular, luego llega el relevo y el olvido.

3. Mientras dure la veneración del ídolo la rentabilidad (como dicen los bancos) está asegurada. Su imagen se adaptará a todo tipo de merchandising y su persona se hará omnipresente (o como dicen las madres lo mismo sirve para un roto que para un descosido). Así podremos verlo en un mismo día como concursante en "Pasapalabra", como invitado en "Menuda noche" o presentando el especial "Murcia qué hermosa eres".

4. Los representantes de la cultura oficial, la Cultura con mayúsculas, el establishment cultural -es decir entre el 5% y el 10% de la población- rechazarán con desdén, o cuanto menos ningunearán, al ídolo popular; aunque en "petit comité" o en la soledad de su despacho de vez en cuando imiten su jerga, o se partan la caja recordando sus ocurrencias. Pero nunca serán invitados a un debate en la Universidad, o en el Instituto Cervantes, en el Consejo Audiovisual o en 59 segundos.

5. Tras varios años de ostracismo (bonito palabro), durante los que sobrevivirá haciendo bolos en la fiestas patronales del agro patrio, la muchachada freak-outsider-cool recuperará el icono. Estamparán las camisetas con su careto, se colgarán chapas con sus frases, linkarán los videos de Youtube y los reenviarán en cadena, los del Mondobrutto le dedicarán una portada, y los cachorros indies jurarán ante el Dios más indie que conozcan que "jamás ha existido nadie como este tipo".

Una vez desplegada la parrafada teórica vayamos a la práctica.

En la final del Open de Australia de Tenis de 1997, un entonces semidesconocido Carlos Moyá llegó a la final del torneo, pero tuvo la mala suerte de enfrentarse a Pete Sampras y éste lo barrió en tres sets. Cuando el tenista español recogió su premio de consolación y tomó la palabra, su breve y nervioso discurso concluyó con: "hasta luego Lucas". En declaraciones posteriores arguyó que era un saludo a sus amigos. Podría haber dicho lo que dicen todos:"se lo dedico a mis amigos", "esto va para mis amigos", "gracias a mis amigos por el apoyo"...

El raquetista no era más que el reflejo de lo que en ese momento el 90% de los españoles hacían en su vida cotidiana, es decir repetir sin cesar las coletillas del mayor icono popular que ha tenido este país en los últimos veinte años: Gregorio Esteban Sánchez Fernández, alias "Chiquito de la Calzada". Después de toda una vida de trotamundos cantando y jaleando a diversos artistas flamencos la suerte le sonrió gracias a un programa de cuentachistes.

A las pocas semanas su lenguaje había permeado en el pueblo, y el camarero que todos los días te servía el desayuno ya no te daba los buenos días, te soltaba "qué pasa pecador" con la consiguiente sonrisa. Cuando te ibas, el clásico adiós se había transformado en "hasta luego Lucas". Si a un desconocido le pedías lumbre porque habías perdido el mechero y el tipo no fumaba, aprovechaba la ocasión, juntaba los deditos y aullaba "norrrrrrrrrr". Palabras y expresiones como "finstro", "pecador de la pradera", "no puedorrr", "ajandenai" (no sé si habré transcrito bien) pasaron a formar parte del lenguaje común de la calle (el real, no el de la RAE).

El icono estaba creado, Antena 3 lo explotó hasta la médula, se hicieron concursos de imitadores; incluso una marca de snacks lanzó un producto con su imagen y lo llamó "Chiquitazos". Duró más de lo que suele y debe durar un icono de la cultura popular, y en la actualidad, de vez en cuando aparece contando los mismos chistes de siempre en algún programa de variedades producido por José Luis Moreno.

Algún día, espero no muy lejano, paseando entre los mercadillos del Primavera Sound o el Contempopránea encontraré a un gafapasta vendiendo camisetas con su rostro y alguna de sus históricas frases y entonces sabré que el mito ha resucitado.


miércoles, 18 de marzo de 2009

Televisión educativa


Dicen que las crisis económicas avivan la inteligencia y la creatividad. Y que el mejor sistema para buscar una salida es ampliar la formación y el conocimiento, y posteriormente aplicar lo aprendido en buscar nuevas actividades profesionales y sectores productivos.

Esto es lo que ha hecho a inicios de 2009 el empresario de Lérida A.C.G. Como muchas otras, su empresa constructora quedó atrapada en el “crack” inmobiliario de 2008 y una sucesiva cadena de impagos le obligó a echar el cierre. Así, en pocos meses, vio como su acomodada vida daba un vuelco y se encontró lleno de deudas y desesperado. Una serie de televisión le mostró la solución más rápida a sus problemas; un relato basado en las hazañas del más estrambótico bandolero del nuevo siglo: Jaime Jiménez Arbe “El Solitario”. Ahí aprendió el estudioso empresario las técnicas que llevaría a cabo próximamente: aprendió a seleccionar las sucursales bancarias idóneas, a elegir un disfraz que le hiciera irreconocible, a cubrirse los dedos con “tiritas” para no dejar huellas, a intimidar al cajero… en fin esos detalles que lo convierten a uno en un atracador hecho y derecho, como Dios manda, y no un chorizo de tras al cuarto. Para que luego digan que la televisión no educa ni enseña cosas prácticas.

Una vez finalizado el periodo de formación llegó el momento de llevar a la práctica los conocimientos adquiridos, las nuevas habilidades que le llevarían a cambiar el sector de la construcción por el del atraco –algunos tertulianos sostienen que no se diferencian mucho-. El nuevo Solitario perpetró cuatro asaltos exitosos en menos de tres meses, pero a la quinta fue la vencida y su periplo en la nueva actividad empresarial concluyó en una sucursal de Ascó (Tarragona).

Con un poco de suerte le tocará cumplir la pena en alguna prisión donde coincidirá con algún Julián Muñoz, con algún concejal corrupto (valga la redundancia), con algún exbanquero new age, o con algún concursante de Gran Hermano caído en desgracia, y entonces tendrá la oportunidad de aprender una nueva actividad. Cuando salga podrá ofrecer su historia a Antena 3 para que filmen una miniserie, o ser contratado por Ana Rosa para un debate de rabiosa actualidad con el conde Lequio, o formar parte del club fijo de tertulianos de La Noria, o quién sabe, actor revelación en Arrayán. Lo dicho la televisión educa... y a veces reinserta.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Berenjenas Kunta Kinte


En la sección de frutas y verduras de los supermercados DIA podemos encontrar unas berenjenas envasadas llamadas Kunta Kinte. Por si hubiera alguna duda, junto a la marca aparece el logotipo que muestra la cabeza de un nativo negro (perdón, nativo de color, valga la redundancia) junto a un arco tribal y unas flechas. Para cualquier joven que ronde la veintena -suponiendo que los veinteañeros coman berenjenas y que a los veinte se siga siendo joven-, que coja el envase y lea la marca, el nombre le dirá poco. Ahora bien, para los que rondan los cuarenta en adelante el nombre de Kunta Kinte nos retrotraerá a una de las más afamadas series televisivas de los años setenta, Raíces, cuando en España todavía no existía la televisión privada y toda la audiencia potencial se concentraba en la Primera Cadena de Televisión Española –también existía el UHF, luego Segunda Cadena y ahora la 2, pero los niveles de audiencia siempre fueron mínimos, antes y ahora-. El desgraciado héroe de Raíces jamás pudo imaginar que su africano nombre –al que los amos blancos cambiaron por Tobi, no muy adecuado para nombrar a unas berenjenas- terminara designando a tan nutritivo vegetal. Más complejo es tratar de dilucidar cuáles fueron los mecanismos mentales que llevaron al ponedor de nombres –suponiendo que exista un cargo así- de la empresa hortofrutícola a decidirse por ésa y no otra marca. Lo más simple es pensar en una mera asociación entre el color negro amoratado de la planta perteneciente a la familia de las Solanáceas y la piel del esclavo de la familia Kinte. Para los freudianos esta explicación pecaría de pueril, sería rechazada por evidente y tras mucho reflexionar sobre la profundidad de la motivación humana, y teniendo en cuenta que para los seguidores del terapeuta austriaco todos los hombres se pasan el día pensando en lo “único”, la respuesta es irrefutable: la marca se debe al paralelismo existente entre la forma fálica de la berenjena y la creencia popular profundamente arraigada del tamaño y grosor del miembro viril en los varones negros africanos. Vaya usted a saber...